DRIP DRIP DROP.
-Drip, drip drop, si es Juvia es la Mujer de la lluvia,
Drip, drip, drop Constante y Silenciosa, Si Juvia es la Mujer de la Juvia Drip,
drip, drop- repetía incesantemente una mujer de cabello azul caminando por un
solitario bosque.
Había cambiado su apariencia, sus ojos se encontraban vacíos,
ya ni siquiera se preocupaba por llevar con ella esa peculiar sombrilla color
durazno de corazones que la había protegido de la lluvia algunos años atrás, ya
no le importaba recordar, ya no le importaba seguir, simplemente vivía por
vivir, aun así su vestido dejaba a la vista la marca de aquel gremio al cual pertenecía,
o al menos ella quería pensar que aún era parte.
Después de la batalla contra Tártaros la cual gano su
gremio, naturalmente, pues estamos hablando de Fairy Tail, ella se perdió en medio
de la celebración, no le dijo a nadie, no le aviso a su amiga Lissana que ya no
iba a volver, no le comento a su amigo y compañero de misiones Gajeel que jamás
volverían a hacer una de nuevo, no le pidió consejo a Lucy de como dejar la
carta correcta de despedida. Simplemente se fue, abandono a su familia sin
siquiera dejar a saber que iba a estar bien.
En cierto modo se sentía como una desertora que abandono la
lucha justo en medio de la batalla, sabía que no era así, que ya la pelea había
acabado y que ellos habían ganado, pero aun así el sentimiento de traición la invadía.
Traición, si traición y a la persona a la que menos quería lastimar,
al hombre al que ella se sentía atada de tantas maneras, tal vez gratitud, amor
según sus propias palabras, sin embargo el hecho de que hubiera sido
precisamente él, dolía aún más.
No se atrevió a enfrentarlo, a pesar de haber gritado con
todas sus fuerzas que quería verlo, no se atrevía a mirarlo a la cara, no quería
verlo a los ojos cuando ella misma le dijera que debido a sus acciones la única
familia que le quedaba a aquel hombre solitario, había muerto.
Como decirle que el resultado de su batalla, había matado a
su padre, no importa que el mismo se lo hubiera pedido, no importada si sus últimas
palabras le habían pedido desesperadamente que lo cuidara, ella no podía soportarlo.
-Drip, drip drop si Juvia es la Mujer de la lluvia, Drip, drip,
drop Constante y Silenciosa, Si Juvia es
la Mujer de la Juvia Drip, drip, drop- una y otra vez.
Él era el hombre que la había salvado, el hombre que le había
dado una segunda oportunidad de vivir, él era el hombre que había hecho sus días
felices y resplandecientes, si él era el hombre del que se había enamorado.
Sabía que él jamás le reclamaría, que nunca el aria
responsable de ello, él era demasiado bueno aunque nunca lo hubiera demostrado,
pero no quería su compasión, no quería ser
reprendida, cualquier reacción que el chico pudiera tener la hundía en un mar
de desesperación.
Llevaba 3 meses en ese bosque, ese bosque que sería el
testigo de las últimas palabras que ella mencionara, al menos se sentía feliz
de poderle dar agua a esos árboles que en realidad la necesitaban, quería pensar
que de verdad se lo agradecerían.
Era verdad que él nunca le correspondió, era verdad de que
por más que ella se esforzó lo más que pudo él jamás le dio esperanzas, entonces
ahora como podía llegar seguir esforzándose con todo lo que tenía, como podía seguir
ofreciéndole su corazón de la forma tan frenética que durante tanto tiempo le ofreció,
se sentía tan desesperada y serena al mismo tiempo, solo quería desaparecer hacerse
uno con la naturaleza, ser bebida por los enorme árboles que la utilizarían para
crecer hasta el cielo, quería morir ahí mismo para nunca dar la cara a aquellos
a los que alguna vez amo.
-Drip, drip drop, si es Juvia es la Mujer de la lluvia,
Drip, drip, drop Constante y Silenciosa, Si Juvia es la Mujer de la Juvia Drip,
drip, drop- repetía una y otra vez reprimiendo su enorme deseo de llorar, sin
embargo un peculiar sonido rompió la concentración que la mujer ejercía sobre sí
misma.
-Oe Juvia…- se escuchó la voz varonil haciendo eco a sus oídos,
estaba cerca pudo sentirlo, se dio la vuelta esperando no encontrar a nadie.
Las nubes desaparecieron, la lluvia paro completamente su rítmico
caer y una sutil sonrisa en la boca de la mujer se hizo presente.
-Gray-sama…- resonó suavecito, después de todo ella ya no podía
escapar de ese hombre.
FIN.
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